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Los desafíos que vienen para el emprendimiento femenino

Emprender fue una alternativa que cobró especial fuerza para las mujeres en pandemia y que ahora enfrenta retos para consolidar su aporte para una recuperación económica más rápida e inclusiva. De acuerdo al Índice Mastercard de Mujeres Emprendedoras 2021, catalizar el espíritu empresarial femenino podría agregar hasta un 6%, o US$ 5 billones, a la economía global.

Según datos del Índice Mastercard de Mujeres Emprendedoras 2021, fue el empleo femenino el más afectado por la llegada del Covid-19. Pese a esta situación, el informe resalta que ellas son resilientes y optimistas emprendedoras y que, aunque 2021 mostró una disminución de la actividad emprendedora en general -con Chile con una de las mayores caídas-, en América Latina el porcentaje de mujeres en edad laboral que decidieron emprender aumentó significativamente.

Camila Rojas Ortiz es una de ellas. Motivada por la necesidad de cuidar de sus hijos y tener una actividad que le permita generar ingresos y determinar sus tiempos, creó Carpediem Artesanías, en Calama, iniciativa que, para muchas mujeres, se transformó en la única opción en tiempos de pandemia: cifras del Instituto Nacional de Estadísticas indican que, entre abril y junio de 2020, 828.456 de ellas salieron del mercado laboral, al comparar con el mismo trimestre de 2019, período considerado el peor momento para la participación laboral de la mujer en la emergencia sanitaria.

El estudio de Mastercard señala que, en comparación con sus pares globales, la tasa de actividad empresarial de las mujeres en Chile y Uruguay es alta (más de una de cada cinco mujeres emprenden negocios). Esto se refleja en el miedo relativamente bajo al fracaso empresarial, una fuerte percepción de capacidades para iniciar un negocio y una alta intención emprendedora entre la población general, donde más de tres de cada 10 adultos planean iniciar uno en los próximos tres años.

A pesar de que Chile destaca en el estudio entre los países con buenas condiciones para el emprendimiento, Dayana Aravena, docente de la Unegocios FEN de la Universidad de Chile, percibe que, aunque las políticas públicas y el ecosistema emprendedor han hecho un esfuerzo por instalar programas de fomento del emprendimiento femenino, asociados en gran parte al financiamiento, aproximadamente “el 50% de las mujeres líderes de empresas tienen a su cargo hijos y/o adultos mayores”. Esto requiere de una coordinación con servicios sociales de apoyo que permitan “compatibilizar las responsabilidades en el mediano y largo plazo”, siendo este uno de los grandes desafíos para las emprendedoras.

En esa línea, el estudio destaca la “necesidad de formular políticas de género que propicien la participación de las mujeres en los negocios”, ya que esta contribución sería decisiva para poder “devolver la economía a la senda del crecimiento”.

Recuperación inclusiva

De acuerdo al informe, las empresas fundadas por mujeres ofrecen no solo un mayor rendimiento a los inversores: catalizar el espíritu empresarial femenino podría agregar hasta un 6%, o US$ 5 billones, a la economía global. Y, aunque reconoce que en Latinoamérica “las normas socioculturales no son las más alentadoras para el espíritu empresarial y la toma de riesgos”, advierte que “las mujeres siguen estando muy inspiradas para marcar una diferencia en el mundo y están motivadas a iniciar un negocio”.

A juicio de Johanna Reyes, directora y fundadora de la Comunidad Mujeres Emprendedoras Chile, para lograr una recuperación de la economía con enfoque de género, se requiere “generar cambios que permitan la integración plena de la mujer al trabajo”, como por ejemplo cumplir con un desafío integral que “involucre a empleadores de fuerza laboral femenina, masculina y al Estado en el apoyo a los padres y madres de familias con hijos”, avanzando también con toda la sociedad en el respeto y promoción de reglas de convivencia que la faciliten.

Desde esta perspectiva, Camila Rojas Ortiz reconoce que su negocio le permitió hacer frente a la adversidad y sacar adelante su familia durante la pandemia, pero explica que ahora uno de los principales retos que enfrenta es “compatibilizar dinero y la escasez de cursos o alternativas para seguir reinventándome como emprendedora”, junto al hecho de que “al ser de una ciudad en la cual no hay comercio mayorista se nos dificulta más encontrar proveedores confiables y que se ajusten a nuestro presupuesto”. Y estos desafíos podrían ser aún más profundos frente a las dificultades que todavía enfrentan las cadenas logísticas, golpeadas ahora también por la crisis en Ucrania.

Así, frente a los retos que se esperan a futuro, Reyes destaca factores positivos en las capacidades femeninas para aprovechar e impulsar el emprendimiento femenino en tiempos difíciles como los actuales, donde “la sororidad, la colaboración entre mujeres y redes de apoyo en general cobran un rol muy importante”.

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